A partir de 1928, Mokichi Okada se dedica totalmente a la investigación con el objeto de dilucidar el misterio de la vida y percatándose que la influencia del Mundo Espiritual era la energía universal que obraba a través de la Gran Naturaleza y que regulaba todos los movimientos, esclareció que también en el ser humano, el espíritu y el físico se encuentran estrechamente unidos posibilitando las funciones vitales.
Partiendo de esto nos explicó acerca de la supremacía del Espíritu sobre la Materia por lo cual lo invisible (el espíritu) mueve a aquello que tiene forma (el cuerpo); no obstante esto, es importante también saber que existe una influencia mutua, del espíritu hacia la materia pero también de la materia hacia el espíritu y a esto lo denominó el estado de concordancia entre ambos, lo cual significa que la fuerza física y espiritual son una.
Basado en estos dos principios descubrió que las moléculas impuras acumuladas en el espíritu corresponden a las toxinas solidificadas que originan la enfermedad al concentrarse en el cuerpo físico. Cuando esas moléculas impuras o toxinas en el cuerpo se concentran hasta cierto grado (primera fase del proceso) se inicia el mecanismo que intenta expulsarlas (segunda fase del proceso). A esto denominó Proceso Purificador.
De ahí que concibió a la enfermedad como un “proceso de eliminación de las impurezas que existen en el cuerpo humano. Mientras no haya impurezas la circulación de nuestra sangre será buena", lo que quiere decir que uno puede gozar de buena salud”; y a la salud como la ausencia de dichas impurezas.
Mientras la medicina occidental se caracteriza por la especialización y la diversidad, la Terapia Depurativa Estilo Okada considera la purificación del cuerpo humano como un fenómeno total e integral en el que se traman el espíritu y el físico.
Desde esta perspectiva, trata de analizar en su fundamento y totalidad, el estado y la causa de la purificación a fin de resolverla. De ahí que, al hallarse en los nublamientos del espíritu el origen de las mas variadas desdichas, concluimos que de no solucionarlo espiritualmente no será una solución radical.
Además explicó que los elementos Fuego (emanado del Sol), Agua (proveniente de la Luna) y Tierra (procedente de la Tierra), conforman los Tres Elementos que, fusionados en armonía, generan el poder creador de la vida, que permite el nacimiento, el crecimiento y el desarrollo de todo lo existente.
Como resultado de sus experiencias físicas comprendió la gran efectividad de condensar y manifestar los Tres Elementos esenciales a través de la función de los ideogramas. Okada escribió ideogramas de la palabra “Hikari” y los guardó en un medallón y empezó a distribuirlos a quienes se lo solicitaran, posibilitándose así que numerosas personas se beneficien con sus efectos curativos. El modo de transmitir la terapia es a través de la palma de la mano, ya que descubrió que un gran poder curativo se manifestaba al dirigirse desde esa zona los Tres elementos esenciales, condensados, concentrándolos y atravesando la región afectada del paciente por medio del Hilo Espiritual que enlaza a las personas.